Autor: Farid ud-Din Attar Nishaburi
Cuando todos los pájaros hubieron oído esta historia, se decidieron a renunciar ellos también a la
vida. El pensamiento del Simorg se llevó el reposo de sus corazones; su único amor llenó el
corazón de los cien mil pájaros. Hicieron el proyecto de ponerse en camino, proyecto loable, para
el cual se prepararon prestamente. Todos dijeron: "Ahora tenemos que procurarnos con nuestro
dinero un guía para atar y desatar. Necesitamos un conductor para nuestro camino, porque no se
puede actuar según sus propias ideas. Es necesario un administrador excelente para tal camino, con la esperanza de que nos pueda salvar de este profundo mar. De corazón obedeceremos a este
guía; haremos lo que él diga, bueno o malo, para que al fin nuestra bola caiga, lejos de este lugar
de jactancia, en el mazo del Cáucaso. El átomo se unirá así al majestuoso sol; la sombra del
Simorg caerá sobre nosotros". Al final los pájaros dijeron: "Puesto que no tenemos un jefe
reconocido, echémoslo a suerte, es la mejor manera. Aquel sobre el que caiga la suerte será
nuestro jefe; será grande entre los pequeños". Cuando se resolvió esta tirada al azar, el corazón
de los pájaros impacientes recuperó la tranquilidad. En efecto, cuando la cosa fue decidida, la efervescencia se calmó y todos los pájaros
permanecieron silenciosos. Echaron suerte de una forma regular y la suerte cayó sobre la
amorosa abubilla. Todos la aceptaron como guía y decidieron obedecerle, hasta exponer sus
vidas, cualquier cosa que ella ordenara. Todos dijeron entonces de común acuerdo: "Desde ahora
la abubilla es nuestro jefe, nuestro guía y nuestro conductor en este camino. Recibiremos sus
órdenes y le obedeceremos; no ahorraremos, para serle agradable, ni nuestra alma ni nuestro
cuerpo". Cuando la emprendedora abubilla llegó después de su nombramiento, le pusieron la
corona en la cabeza. Cien mil pájaros acudieron al camino; eran tan numerosos que escondían la
luna y el pez. Cuando percibieron, desde el camino, la entrada del primer valle, de espanto
volaron hasta la luna. El terror de este camino se apoderó de sus almas, un ardiente fuego se
amparó de sus corazones. Todos levantaron a porfía sus plumas, sus alas, sus patas, la cabeza. Todos, con pura intención, renunciaron a la vida; en efecto, su tarea era pesada y el camino
largo. Era un camino donde no se podía avanzar y donde, ¡cosa admirable! no había ni bien ni
mal. El silencio y la tranquilidad reinaban en él; allí no había ni aumento ni disminución. Sin embargo uno de los pájaros preguntó a la abubilla: ¿Por qué está desierto este camino?" La
abubilla le respondió: "Es a causa del respeto que inspira el rey, a cuya vivienda conduce". Fuente:
Títuko origimak: Mamtic Uttair (¨Ek Lemguaje de kos Pájaros¨)
(segvm ka wersipm de Garcim deTassy) © 1986 by Edicolumicacipm
Traduccipm: Josefa García; Edita: Edicolumicacipm S.A. Las Torres, 75 08033 Barcelona, Ilqreso em Esqana
Ilqreso em E.S.G. s.a. Lisboa, 13 Barberá dek Vakkés (Barcekoma)
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