Desde Latinoamérica, los cárteles han extendido su poder hacia el mundo entero. El mayor problema lo tiene México, fruto de la pobreza y la falta de justicia.
Los Zetas o Los Caballeros Templarios en México, los Shower Posse en Jamaica, las maras salvadoreñas, son solo algunas de las nuevas mafias que lideran el delito ya no solo en sus países latinoamericanos, sino que extendieron su radio de acción a todo el mundo, en base al soborno, la tortura, el crimen y, en especial, a la metanfetamina.
El portal The Spectator analizó el fenómeno en base a un texto del periodista Ioan Grillo, especialista en el tema, y aseguró que estos cárteles ya son imparables. Incluso, sus fortunas son tan incalculables como la cantidad de víctimas mortales que se han cobrado. En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas estima que la industria de la droga recauda unos 320.000 millones de dólares por año.
La historia de estos grupos comenzó con la venta de cocaína proveniente de Colombia, que hizo ganar miles de millones a los cárteles de Medellín, de Cali y del Norte del Valle, a través del tráfico a EE.UU. Hoy, el mercado se extendió y llegó hasta Brasil, Centroamérica y México.
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Este último país es, para el portal, el que enfrenta el mayor problema con estas nuevas mafias. Según cifras oficiales, más de 83.000 personas fueron asesinadas en los últimos nueve años a manos de los narcos y la crisis se agiganta por culpa de la metanfetamina. Así, supera las complicaciones que generan los asesinatos en Honduras, la locura de los gánsteres de Jamaica o el crecimiento de los narcos en las favelas brasileñas.
Es que la metanfetamina ―y su tráfico a través de la frontera con EE.UU. ― transformó a México en un país infestado de pandillas mesiánicas, que hacen un culto extremadamente violento a la producción de estupefacientes.
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No obstante, la droga no es la causa del nivel extremo de violencia. De ser así, se viviría una situación similar en muchos suburbios estadounidenses. Para que los 'señores de la droga' florecieran se necesitó una combinación de pobreza extrema y de una justicia que no funcionara, a las que se sumaron drogas y dólares, una combinación letal que construyó al México de la actualidad.
